Todos estos embriones dictatoriales actúan igual. Así como el ecuatoriano Correa logró destituir a todo su Tribunal Constitucional e imponer a siete abiertos “correístas” del total de nueve integrantes, ahora Evo Morales pretende –¡ni Fujimori llegó a tanto!– nada menos que meter presos a cuatro de los cinco miembros del TC boliviano porque desconocieron un intento suyo de nombrar irregularmente –¡por decreto!– a varios miembros de la Corte Suprema.
No he escuchado quejarse de estas fujimoradas a los normalmente bullangueros rojos y caviares locales, sea individualmente o a través de alguna ONG.
- Acción Popular cumplió ayer 51 años de su muy lamentable aparición. Digo “lamentable” porque el balance del belaundismo es absolutamente negativo. El primer gobierno fue malo y el segundo peor.
Belaunde I congeló el tipo de cambio y disparó el gasto público, por lo que tuvimos sendos colapsos cambiarios y fiscales en 1967 (allí colaboró mucho mi “adorado” tío Sandro). Tampoco tuvo pantalones para echar a la insolente IPC ni destituir a Velasco cuando el 99% de la gente enterada sabía que éste estaba tramando un golpe.
Su ceguera permitió que Velasco instaurase un régimen igualito al que Chávez tiene ahora en Venezuela. ¡Sufrimos mucho por culpa de Belaunde!
Y los de AP tampoco fueron siempre los demócratas que dicen ser, pues gran parte de sus dirigentes fueron a felicitar a los golpistas antiapristas de 1962 a Palacio.
Pero FBT fue un cadáver político que resucitó por encabezar la fuerte corriente antimilitarista que se dio a finales de la dictadura, a lo cual colaboró su decisión de no prestarse a ese manipuleo militar que fue la Constituyente de 1978, ese mamarracho socialistoide del cual pocos se acuerdan que fue una imposición castrense (amenazaron desde el saque con que no la reconocerían si no recogía los avances de la “Robolución”). Por eso arrasó en 1980 con más del 40% de los votos y virtual mayoría parlamentaria.
Pero Belaunde II fue otro desastre, pues no supo cambiar el nefasto modelo económico, ni erradicar la inflación, ni controlar al naciente terrorismo (época en que era más fácil hacerlo). Me acuerdo que el país ardía en 1983 (devastado por El Niño, el terrorismo y la crisis de la deuda mexicana de 1982) y este señor se mandó a pasear por la Selva, pretendiendo llegar a Venezuela a través del Casiquiare. Surrealista. No tenía carácter, vivía en las nubes y hablaba pavadas con una retórica ampulosa e historicista, comenzando sus discursos con el célebre “Gallardo pueblo peruano”.
Su pésimo gobierno acabó por los suelos y por eso AP no llegó ni al 5% en las elecciones presidenciales de 1985.
Tuvieron un chispazo cuando Paniagua –elegido congresista con 14 mil votos– fue accidentalmente nombrado presidente transitorio (mandato que felizmente duró poco, porque ya estaban metiendo la pata por todos lados), pero desde 1985 AP no ha pasado de ser un partidito de tres o cuatro congresistas, con “grandes valores” como los geniales Yonhy Lescano, Rosario Sasieta y Pedrito Morales. Patéticos.
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