Nunca pensé que iba a ver a Lech Walesa en Lima, aunque ya la anterior visita de Gorbachov nos acercó algo a aquellos personajes de los 80 que ayudaron a acabar con esa pesadilla sangrienta y represiva llamada comunismo.
Y los dos se llevaron el Premio Nobel de la Paz por eso (los antecedió Solzhenitsyn, pero en Literatura).
Aunque la diferencia aquí es que el electricista polaco era anticomunista, mientras que el jerarca ruso trató de salvar al comunismo con la “perestroika”. Para mí fue muy curioso hablar con polacos acerca de Walesa y que éstos sean tan duros con él. Siendo universitarios clasemedieros, les molestaba su pésimo polaco para expresarse, su excesivo acercamiento a la Iglesia (“es un cura”), sus modales rústicos, sus metidas de pata como gobernante, su poco gusto al vestir, su machismo, su tendencia a tener tantos hijos (8), que veían primitiva. Es que Walesa, al igual que Gorbachov en Rusia, no es un hombre electoralmente popular en la Polonia de hoy.
Muchos evalúan negativamente su paso por la Presidencia (1990-95). Y es cierto que su carrera política acabó espantosamente: perdió la reelección en 1995 y sólo obtuvo el 1% de los votos en los comicios del año 2000.
Pero ni los remilgos burgueses ni sus yerros pueden disminuir la estatura histórica de este hombre, que derrotó con las armas obreras del sindicato Solidaridad a un sistema que se supone se basaba en esta clase social. Claro que contó con el invalorable apoyo de su paisano Juan Pablo II, pues la poderosa Iglesia católica le proporcionó una red de resistencia subterránea. Fue un largo camino. Walesa participó en la gran huelga de 1970, la que se tumbó al todopoderoso tirano comunista Gomulka (le reemplazó Gierek), pero costó 80 obreros muertos y un año de prisión a nuestro protagonista. Años después (1976) fue despedido de su trabajo en el astillero de Gdansk (la otrora alemana Danzig) por juntar firmas para edificar un memorial por los caídos.
Luego se dedicó a actividades sindicales hasta que fue nuevamente detenido todo el año 79.
Regresa a trabajar al astillero y lidera una huelga general que provoca el relevo de Gierek por el más blando Kania.
Esto provoca que el gobierno comunista relaje las prohibiciones para montar sindicatos no comunistas. Pero la línea dura comunista impone al general Jaruzelski y éste encarcela a Walesa desde finales de 1981 (se proclama la ley marcial, pero ya Solidaridad contaba con nueve millones de miembros) hasta noviembre de 1982, de donde cae a una especie de prisión domiciliaria hasta 1987. Ya antes había ganado el Premio Nobel (1983), lo que lo blinda de un posible asesinato.
Los comunistas se ven obligados a negociar con él en 1988 tras una huelga general de 80 días y los obliga a convocar a elecciones parlamentarias parcialmente libres, donde Solidaridad barrió. Luego cae el Muro de Berlín y Walesa es elegido Presidente. Mató al comunismo. Este señor es Historia. ¿Qué dirán la CGTP y el SUTEP de él?
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