02 junio 2007

:: Censuras de todo tipo (28/05)

Hoy es un día de luto para la prensa. El sátrapa Hugo Chávez cortó las emisiones de RCTV. Igualito que nuestro tirano Velasco, al que el megalómano reyezuelo populista del Caribe admira tanto. Velasco, salvo la toma de Expreso en 1969, comenzó su ofensiva contra la prensa confiscando primero la tv y constituyendo el recordado Telecentro. Después tomó militarmente los diarios (donde trabajaron servilmente a sus órdenes caballeros que ahora tienen la poca vergüenza de llenarse la boca hablando de libertad de prensa, como Lauer y Hildebrandt, un par de planilleros de la dictadura velasquista). Me temo que Chávez va en esa dirección. Y ya su seguidor Correa habla de “fiscalizar” a la prensa ecuatoriana, mientras que Evo se queja del “libertinaje” de su prensa local (además que ya quiere desembarazarse de cuatro miembros de su TC). Chávez es tan tercermundista que ya puso a su primo a presidir la petrolera PDVSA, esa tan patética costumbre latinoamericana de meter parientes al Estado. Y cuidadito con esa sucursal bolivariana que ha abierto en el explosivo Puno. -Nuestro país es increíble. El defensor adjunto del Pueblo Eduardo Vega propone que se censuren las opiniones de los funcionarios públicos sobre las ONG de Derechos Humanos. ¡Un Defensor diciendo eso! ¿Dónde queda la libertad de expresión? Dice que le molesta que Del Castillo los llame “comunistas reciclados”. Oiga, esa es la mejor definición de Francisco Soberón, de Aprodeh. Si Soberón era del PUM, pues claro que era –o es– comunista. Y “comunista” no es un término peyorativo, como tampoco “reciclado”. Ergo, ese señor comunista se ha reciclado en los DDHH, como el 90% de los que andan metidos en eso. E importa un comino que el TC colombiano haya emitido una sentencia al respecto. No manda aquí, además que es conocido que ese TC colombiano es caviar puro. Y claro, los rojos-caviares-velasquistas de La República apoyan ese intento de censura en un vergonzoso editorial (26-05-07). Del Castillo y cualquier funcionario público tienen el derecho de opinar y calificarlos como quieran. ¡Faltaba más! ¡Ese Vega y ese editorialista (¿fue Federico de Cárdenas o Lauer?) son unos dignos seguidores de Hugo Chávez! Como decía Orwell, “la libertad de expresión es nuestro derecho de decirles a los demás aquello que no les gusta”. ¿Y qué dice Beatriz Merino? -¿Qué le pasa al alcalde Castañeda? ¿Cree que está por encima de las leyes? ¿Se imagina ser Luis XIV? Primero anuncia la barbaridad de que no va a acatar un laudo arbitral porque le fue adverso. Ahora señala que no va a reconocer la autoridad del Indecopi –dada por el Congreso– para anular las normas ediles que constituyan trabas burócraticas. ¿Con qué cara entonces reclama que expulsen a los invasores de Santa Anita si se comporta como Herminio Porras, zurrándose en el Derecho? Tenía otro concepto de Castañeda.

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