02 junio 2007

:: ¿Para qué un Senado? (30/05)

El Congreso no sólo decepciona por estos escándalos tan patéticos de meter a las queridas y a las domésticas a la planilla pública. Uno espera que por lo menos se vote una moción lamentando el fin de la venezolana RCTV y nada, calladitos. Más bien vienen con tonterías como volver a la bicameralidad, algo que la ciudadanía rechaza y que los partidos desean simplemente para crear más puestos para su gente. Porque esa es la madre del cordero.
¿O ustedes creen que lo hacen para crear una “cámara más reflexiva”? ¿Acaso los congresos bicamerales anteriores le hicieron más bien al país que estos unicamerales? El Congreso bicameral de 1945-48 le hizo la vida imposible a Bustamante y ayudó a tumbarlo, al igual que el de 1963-68 a Belaunde. Los congresos del período 1980-1992 no hicieron nada positivo para evitar el colapso nacional.
Que hayan estado allí unos abogados viejos que se llenaban la boca con latinazgos no sirvió para controlar el populismo ni la inflación, luchar contra el terrorismo o generar prosperidad.
Luis Alberto Sánchez hablaría muy bonito en el Senado, pero él personalmente destrozó las finanzas públicas en 1963-67 con su fuerte aumento automático anual a los maestros o como cuando se le ocurrió la tontería de homologar los sueldos de los catedráticos públicos con los de los vocales.
¿Y no fueron congresos bicamerales los que expandieron la cédula viva? No, no idealicen el pasado. Se vestían, se portaban y se expresaban mejor, pero hicieron puré al país con su “cámara reflexiva” incluida. Encima Eguren –¡qué personajes ha metido UN!– quiere un Senado parcialmente regionalizado, cuando precisamente forma parte de su naturaleza ser de representación nacional única. Peca de ignorancia. La excusa más cuerda es que el Senado paró la estatización de la banca en 1987 y que, como le está sucediendo a Evo ahora, un Senado serviría para frenar a un presidente populistoide si es que al electarado se le ocurre elegir a un Humala el 2011. Pero no, no me convence esto de la bicameralidad. Me parece que va a ser más de lo mismo y suficiente con lo que tenemos que aguantar y pagar. ¿O si no por qué creen que Cabanillas y compañía se manifestaron tan ácidamente en contra de la cuerda propuesta de que los asesores sean por bancada y no individuales? Porque así los congresistas les dan trabajo a “chupes”, amigotes, familiares, allegados, queridas, domésticas…
Lo lógico sería que cada bancada tenga su tributarista, su constitucionalista, su economista, etc… Sería menos gente y eso lo forzaría a contratar mejor. Pero no, no les conviene.
Otro disparate –tenía que ser Pease– es pedir elecciones parlamentarias a mitad de período. Aparte de “electoralizar” la vida política y hacernos vivir una campaña electoral permanente que paralizaría al país, eso fue un fracaso durante la República Aristocrática (1895-1919). Sólo trajo inestabilidad. Lean a Basadre (tomo VII, págs 312-313,320-324), aprendan de su pasado. ¡Sí en cambio al voto libre!

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