Estas primarias demócratas tan reñidas entre Obama y Clinton me recuerdan el duelo Ford-Reagan por la nominación republicana para las elecciones de 1976. El vicepresidente Ford sucedió a Nixon en 1974 tras la renuncia de éste por el escándalo “Watergate” y se animó a presentarse a las primarias, a pesar de que su perdón presidencial a Nixon deterioró bastante su imagen. Ante él se plantó Ronald Reagan, ex actor y ex gobernador de California. Ford ganó con las justas en New Hampshire y con holgura en Florida e Illinois. Pero Reagan resucitó en Carolina del Norte y Texas, iniciándose una campaña muy encarnizada: Ford ganó 17 primarias contra 10 de Reagan y ambos llegaron casi empatados en delegados (1,187 contra 1,070) a la Convención de Kansas. Reagan allí cometió el error de correrse al centro, nominando al moderado senador Schweiker como su vicepresidente, lo que motivó que los poderosos conservadores se alejen de él y facilitó una ajustada victoria de Ford. Este no era un candidato atractivo y el demócrata Carter (un desconocido ex gobernador de Georgia que se llevó fácil la investidura demócrata) le llevaba 33 puntos en las encuestas, pero la ventaja se acortó tanto que Carter ganó por 50% (40’830,763 votos) contra 48% (39’147,793 votos) para Ford. El primero barrió en el sur (sumando los vitales Nueva York, Pennsylvania y Ohio, más casi todo el voto hispano y negro) y el segundo en el oeste (menos en el vital Texas y Hawai; ganaba Texas y volteaba el partido). El conteo recién acabó bien entrado el día siguiente y, lamentablemente, porque fue un pésimo presidente, Carter fue elegido.
-¡Después dicen que no existe la “Curva de Laffer”! En términos sencillos, ésta postula que a mayor tributación, llega el momento en que el producto deja de venderse y se cae la recaudación. Es decir, una reducción de impuestos puede generar un aumento sustantivo en la recaudación. Este concepto lo creó el economista Arthur Laffer. La leyenda cuenta que la primera vez que apareció fue en una servilleta durante una discusión académica en 1974. Y la mejor prueba de que este concepto funciona es la reciente explosión en la venta de vehículos nuevos (80% en el primer semestre) y de espectáculos públicos (se esperan 50 grandes conciertos este año contra tan sólo 10 en el 2007) tras la reciente rebaja de impuestos en ambos. Claro que la mejora económica también ha ayudado. Cabe recordar que el mérito del segundo caso corresponde a la congresista Luciana León, quien porfiadamente se fajó contra su colega Yamashiro (quien el otro día quiso resucitar el Fonavi, como Eguren, que planteó subir el ingreso mínimo para combatir la inflación. Estos pepecistas no saben dónde están parados, no entienden nada de la economía de mercado) y varios alcaldes (Surco, Ica y Trujillo) hasta lograr que la norma saliera adelante. Les apuesto que esta misma subida en el consumo se daría con productos tipo las gaseosas, las cervezas y otros de consumo masivo. ¡Después dicen que no existe la “Curva de Laffer”!
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