Me pongo a hojear el último libro de Alan García y, sin leerlo aún, me encuentro con un detalle preocupante: la importancia casi nula que le da a la reforma del Estado. Le dedica poco menos de la penúltima página y la limita a una reducción de los OPD, el Silencio Administrativo y la Ley de la Carrera Pública. Todo eso está muy bien, pero es tan sólo el principio. Y no se diga tampoco que se ha avanzado gran cosa en la simplificación administrativa.
Me asombra cómo García aún no se ha convencido de la necesidad de iniciar este cambio fundamental con los problemas que se topa a diario para gerenciar esta suerte de inútil corporación gigante llamada Estado peruano. No entiendo cómo no se pueden destinar unos cuantos millones de dólares para comenzar esto en grande, porque eso de empezar por cambios pequeñitos, como sugieren otros, no conduce a nada. En la vida, o te pones fuerte a estudiar o te pones a dieta radical o te metes fuerte al gimnasio, etc… Nada que “empiezo de a poquitos este lunes”. Eso es mediocridad. Cuando se decide hacer algo en serio, pues debe ser a fondo y no a puchitos, desde ya y con todo.
Y no es que tampoco sea sólo desidia presidencial: es conocido que en la PCM existe un préstamo multilateral listo ascendente a US$25 millones para comenzar esta tarea y no se ha movido un dedo, así que el Premier también tiene responsabilidad en esta absurda parálisis, como el resto de ministros, que tampoco han movido un músculo.
Es que esta reforma del Estado no llega a ningún lado si los claves PCM, MEF y Justicia no se comprometen a forro, porque tampoco es cuestión de chantársela a un ministro y que se las arregle como sea. Por lo menos se debería comenzar por los municipios, que son la primera cara del Estado con que el público se topa y son los campeones de las exigencias burocráticas y las barreras a la inversión.
Tampoco se crea que esta reforma implica despidos. Para nada. No estamos en 1990, donde había que botar gente sin asco porque el Estado estaba saturadísimo. Hoy su empleocracia ya no es tan grande con respecto al PBI y la población. Sigan durmiendo nomás con la reforma del Estado, que ya Ollanta nos despertará el 2011.
-Magnífica y oportuna esta noticia del grado de inversión. Magnífica porque le significa mucho al país en términos de inversión y crédito. Oportuna porque le calla la boca a quienes quieren tirarse abajo a Carranza por un hipo inflacionario de origen externo: no se puede echar a un ministro de Economía que te trae el grado de inversión. Eso es más importante que el hecho de que el tomate esté caro para el lomo saltado.
La vida es tan curiosa... Justo el Perú alcanza esta calificación bajo un gobierno de García… Si me hubieran dicho años atrás que íbamos a tener TLC con EEUU y grado de inversión con Alan gobernando o que éste saldría en la portada del Latin Finance o elogiado en The Economist, habría pensado que mi interlocutor andaba intoxicado con LSD.
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