Realmente la actuación del Congreso ya está llegando a niveles mínimos y si algo demuestra su proceder es que aquel aserto de que “sí puede ser aún peor” es verdad. Es en realidad escandaloso cómo se ha evitado sancionar a Cajahuanca y Pando después de que a ambos los han agarrado con las manos en la masa en contrataciones ilícitas (¡meter a un repartidor de balones de gas como asesor parlamentario, por Dios!).
Además, asombra que tengan el cuajo de reincidir con estas sinvergüenzadas después de lo ocurrido con la inmortal Tula, a la que pretendieron limpiar y donde tuvieron que retroceder ante la reacción ciudadana. No sé cómo Carlos Bruce, una persona decente y sensata, ha participado en esta operación de limpieza. Hasta dónde llega la gente...
Pero no sólo se reiteran conductas alcahuetes como éstas, sino que encima no se han podido aprobar leyes muy importantes por falta de quórum, pues resulta que gran parte de los congresistas son unos caraduras que se la pasan viajando, yendo a cócteles o simplemente hueveando por la calle. El otro día tenía mucha razón Mulder cuando le consultaron por las críticas de un colega y él se preguntó si ese caballero era congresista, ya que jamás se le veía la cara por el hemiciclo y cómo podía ser tan conchán de ponerse a criticar a los otros si ni siquiera trabaja.
Ya que no vayan a trabajar a las comisiones es realmente censurable (por eso los afanosos como Yonhy Lescano, Luis Negreiros o Javier 0.5% Canseco suelen tener tanta fuerza allí a pesar de presentar disparates. Como son disciplinados y nunca faltan, sus criterios terminan imponiéndose), pero es el colmo que ni siquiera acudan a votar al pleno, que es una reunión que se da poquísimas veces durante la semana y en donde incluso tienen la opción de estar dando vueltas por allí hasta que se anuncie la votación electrónica.
Este jueves no se pudo aprobar la ley de la carrera judicial. Lo mismo ha sucedido con las importantísimas leyes del empleo público, de promoción de los servicios públicos y muchas más. Después se irritan porque se usan términos peyorativos –por justa indignación ciudadana– como “Congrezoo”, “otorongos”, “Gran Pozo Séptico”, “coliformes” y otros para referirse a ellos o acusan al Ejecutivo de tratar de pasar por encima de ellos cuando éste trata de legislar mediante facultades delegadas o “maleándose” utilizando irregularmente los decretos de urgencia.
También mucho de este relajo se debe a la ausencia de “Whips” (látigos) en los partidos. Estos existen en los parlamentos anglos (EEUU, Reino Unido, Irlanda, Canadá, Australia) y se trata de un parlamentario que se ocupa de la disciplina en cada bancada. Todos se mueren de miedo del “Whip” por las sanciones que puede imponer, así que jamás faltan y siempre votan de acuerdo con lo que se acordó antes.
Un “Whip” que fue espectacular aquí fue Yoshiyama durante el CCD, que manejaba a su bancada a punta de llamadas perentorias de beepers. La Célula Parlamentaria Aprista de antaño funcionaba tan bien que esto nunca fue necesario (en cambio, a la indisciplinada Acción Popular le decían “federación de independientes”), pero parece que todos se ríen del actual coordinador Negreiros.
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