-La descomposición acelerada del gobierno de Bachelet fue palpable ayer con la defenestración de su ministra de Educación con el voto de la derecha y los democristianos disidentes. Se le vienen días difíciles, porque cuando la oposición huele sangre...
- Insisto en que la vida lo hace ver a uno cosas increíbles. Recuerdo cuando era universitario y el FMI nos declaró “valor deteriorado” durante el segundo belaundismo, quedando el Perú junto a tres países más en el planeta como naciones con las cuales no se podía hacer negocios porque no pagaban sus deudas. Ni qué decir cuando el primer gobierno aprista rompió definitivamente con el mundo financiero internacional en 1985 (y cuánto nos costó reinsertarnos, lo que finalmente se consiguió en 1996 al por fin renegociarse totalmente la deuda externa). Eran los años en que la nicovita (comida para pollos) era el plato común de los pobres en Lima y el dólar se disparaba si es que no llegaban los “narcodólares” desde Uchiza. Fueron momentos en que pensé que nuestro país no tenía futuro alguno. Pues desde ayer somos uno de los pocos países latinoamericanos que ya tiene grado de inversión con una calificadora de las tres grandes (Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch), aunque antes ya la canadiense Dominion nos lo había otorgado. Y los analistas dan por seguro que Standard & Poor’s nos subirá antes de fin de año (Moody’s siempre ha sido la más difícil, aunque es la que más ha patinado en la reciente crisis gringa de “hipotecas basura”), así que nos hemos vuelto la envidia financiera de la región. Aunque el ignorante de Abugattás y otros similares digan que esto es por ser buenos pagadores de deuda externa para desatender al pueblo, la verdad es que la deuda externa ya ha dejado de ser la problemática sangría de los 70 y 80 (ojo que este mal lo creó la dictadura de Velasco), y su peso en el presupuesto cada día baja más. Nos hemos dado últimamente el lujo de prepagar deuda y así liberarnos de pagos futuros, dejando más recursos disponibles en los presupuestos de futuros gobiernos, lo cual es una política de Estado encomiable. Y la producción de pollo no deja de subir por la creciente demanda interna, porque los pobres urbanos comen ahora esa ave y ya no su alimento, mientras que los dólares abundan por exportaciones y remesas. Para alguien que la mayor parte de su vida sólo vio deteriorarse al país día a día desde que tuvo uso de razón, todo este progreso es emocionante. Falta mucho aún –reformar al Estado, insertar al sur y la Selva en este crecimiento, fomentar más empleo para que la gente no emigre tanto con leyes laborales realistas, eliminar la extrema pobreza rural atacando al minifundio y los cultivos improductivos, mejorar dramáticamente la educación– pero vamos bien. Ojalá no estropeemos todo esto –que tanto trabajo nos ha costado lograr– en el 2011 y demos una fatídica vuelta en U hacia el populismo y la insania económica, colonizados encima políticamente por el chavismo. Increíblemente, existen hasta necios que propugnan la vuelta a la nefasta Constitución de 1979, madre de nuestras desgracias. Por eso el voto voluntario sería tan importante de implementar cuanto antes: para que no sufrague tanto burro desinformado y prime el voto pensado.
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