Te estatizo, pero no me estatices

Columna Diario Correo
Sábado 4 de noviembre 2006
Por Aldo Mariátegui

Es divertidísimo ver a La República, Enrique Bernales, Carlos Franco, Mirko Lauer, Beto Adrianzén y otros hablando de “atropello” y “estatización” por la recientemente aprobada ley de las ONG. Sí, precisamente los que más clamaron a favor del –ese sí– tremendo atropello que fue la fallida estatización de la banca y que antes –con otras vestimentas- secundaron la estatizac ión de la prensa y al espantoso Sinamos bajo la dictadura de Velasco (al que la oenegeísta Cecilia Blondet elogiaba, cuando ministra toledista, en una larga entrevista de contratapa en El Comercio), ahora saltan como liebres cuando supuestamente –pues no es verdad- los estatizan. ¿No les gusta de su propia medicina, muchachos? ¿No era que todos ustedes preconizaban el dirigismo estatal, la toma de negocios ajenos y la falta de respeto a la propiedad privada como herramientas útiles para satisfacer el “interés público”? ¿Ese mismo “interés público”, en el que se ampara esta ley, acaso no prolifera en la Constitución de 1979, aquella que ustedes tanto reclaman que se resucite? ¿No quieren que se practique con ustedes el socialismo que tanto predicaron? Ja, ja, ja. Y mucho gritito y disfuerzo por nada. Ya se eliminaron los discutibles “priorizar” y “buenas costumbres” de la norma. Como ya explicó bien Antero Flores Aráoz extensamente en este medio (porque otros no le han querido dar cabida a posiciones críticas a las ONG), ésta es una norma absolutamente inocua siempre y cuando nadie se salga de la Constitución. Si no incitas a revueltas, tomas de carreteras y violencia en general, pues el mundo te seguirá igual. Si lo haces, pues se te quitará el registro y desaparecerás, porque tampoco el Estado va a tolerar que entre dinero de afuera para perturbar el orden público: una cosa es ser liberal y otra tonto. Me preguntan si yo hubiese cerrado entonces al senderista Diario de Marka, al emerretista Cambio y al fascista Ollanta so riesgo de pertubar la libertad de prensa y les contestó que sí, que en la ultrademocrática España se ha cerrado varias veces al diario Egin por incitar al terrorismo separatista vasco. Incitar a la muerte de otros, como lo hacían estas tres dementes versiones locales, es un acto que debe ser drásticamente punible. Bastantes problemas se habría evitado Alemania si hubieran clausurado al violento pasquín nazi Der Angriff antes de Hitler. Y se da un poquito más de control para saber a dónde se está yendo tanto dinero. Es legítimo que el Estado –más aún en un país tan proclive a la violencia y al lavado de dinero, además que les está dando a las ONG exoneraciones tributarias, ojo– tenga un ojo avizor, tal como la Unidad de Inteligencia Financiera monitorea el dinero bancario. ¿O acaso los bancos dicen que eso es “estatización”? Es verdad que un mal tipo podría cometer ciertos excesos con la APCI, pero igual lo puede hacer con la Sunat, el Indecopi o el Servicio de Inteligencia (miren la diferencia ahí entre Montesinos y Rospigliosi). Allí ya va el control del factor humano.