Para alguien que ha vivido el trauma de dos fenómenos El Niño fortísimos y devastadores (1983 y 1998) siempre es preocupante escribir en polo y shorts a más de 22 grados Celsius soleados o ver cuando manejo escolares disfrutando “tirarse la pera” con chapuzones –varios tablistas me comentan que el agua de mar está agradable– al mediodía en la Costa Verde en pleno julio.
No quiero ser agorero ni profundizar mucho en el tema. Ya hace dos años me vapulearon lo suficiente en blogs y un programa de tv por darle mucha importancia a esto. Felizmente, ese invierno del 2006, tan caliente como el actual, no trajo nada serio consigo al llegar el verano y doy gracias a Dios que me equivoqué al creer, guiado por los datos de la agencia meteorológica gringa NOAA y algunos expertos locales, que se nos podía venir un Niño. Pero estemos alertas. Y prometo que ya no toco más el tema en esta columna para evitarme otro “apanado” con historias de alguna conspiración climática (no “climatérica”, como decía un recordado ex ministro de Agricultura aprista en el primer alanismo).
- Para un político es difícil optar entre la “moralpolitik” y la “realpolitik”. El premier Del Castillo ha escogido valientemente la primera vía y por eso declaró tan duramente contra Fujimori en el juicio, lo que ocasionó la ruptura de la informal alianza entre los “naranjas” y los apristas. Esto motivó que la legislatura encabezada por Gonzales Posada haya sido más accidentada y menos fructífera que la comandada por Mercedes Cabanillas. Los de la “realpolitik” dicen que fue un tonto y que eso tan sólo le ha servido para unos cuantos y escasos aplausos de los caviares, mientras que otros saludan su integridad. ¿Usted, amigo lector, cree en la “realpolitik” de Bismarck (su ideólogo inicial en tiempos modernos, recogiendo mucho del florentino Nicolás Maquiavelo y su “El fin justifica los medios”), Lenin y Kissinger o en la “moralpolitik” de Woodrow Wilson y Jimmy Carter? De eso depende cómo evalúe a Del Castillo.
El Premier ha proseguido en esta senda y ahora se ha tumbado el pacto que Santiago Fujimori y Javier Velásquez Quesquén cerraron antes de ayer por la mañana en una cafetería de Chacarilla para que el segundo de los nombrados sea el próximo presidente del Legislativo. La pregunta ahora es si alguien en las alturas, ducho en “realpolitik”, está contento con todo esto y revalidará a Del Castillo en su puesto o entregará su cabeza a cambio de la presidencia del Legislativo.
- Si bien varios testigos han “limpiado” a Fujimori en este juicio por violaciones a los derechos humanos y strictu sensu legalmente no queda muy definida su culpabilidad (lo digo en términos estrictamente jurídicos, porque todos sabemos que definitivamente estaba al tanto y aprobó estos crímenes), igual no tiene cómo salvarse por los secuestros de Gustavo Gorriti y Samuel Dyer, delitos sumamente serios que le van a acarrear muchísimos años en la sombra, casi como los asesinatos.
Esos dos casos sí están meridianamente claros y probados (insisto para que los caviares no hablen después idioteces: claro que creo que Fujimori sabía y ordenó esas matanzas. ¡Claro que creo que es culpable! Pero eso no ha sido absolutamente probado en lo que va de este juicio por DDHH. Creo en el rigor antipático de la verdad, no en el “wishful thinking” políticamente correcto).
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