Si alguien me preguntase cuál sería mi principal crítica al premier Del Castillo (elogios también tengo), diría que ha colaborado mucho a que se mine el principio de autoridad en el Perú, pues desde que asumió el cargo siguió la senda de bajarse los pantalones a la menor algarada, como cuando le bloquearon la carretera en Combayo y se puso a “negociar”.
De allí ya vimos sucesivas capitulaciones vergonzosas, desde Pucallpa (¡donde mandaron a Meche Aráoz! ¿Qué tenía que hacer allí?) hasta Madre de Dios, pasando por la debacle de Moquegua. Su mensaje siempre ha sido “bloquea caminos, corretea policías y quema locales públicos, que Del Castillo después te recibirá personalmente en Lima o te mandará una comisión encabezada por un ministro y te dará más o menos lo que quieres. ¡Hasta de repente terminas debatiendo con él! Cierto que se golpeará el pecho como los gorilas y dirá que ‘no negocia hasta que no despejes el puente’, que ‘te va a caer todo el peso de ley’, etc., pero al igual que sucede con estos simios, no pasará de una amenaza vacía”.
Tengo todo el aprecio del mundo por Del Castillo (que durante el fujimorismo se fajó valientemente como pocos contra Montesinos), pero a veces sospecho, dado el modo en que actúa en estos casos, que en el colegio era lo que llamábamos, en una versión más educada, un GPG (“grandazo por gusto”) y que lo “lorneaban”.
Ojo, nadie está pidiendo baños de sangre, no caricaturicen.
Y problemas como el “Moqueguazo” o el lío con Áncash por Chinecas se pueden evitar y resolver previamente sin claudicaciones absurdas, sobre todo cuando los pedidos son tan obviamente justos como esos, o no ir al encontronazo inútil por una causa perdida y sólo por presión de los lobistas, como sucedió en el “Arequipazo” por Egasa, pero te hacen ese ataque de Madre de Dios y de frente debes declarar la ley marcial y el toque de queda desde el mediodía y encarcelar a todos los responsables (lo mismo que se debió hacer en Ilave apenas mataron al alcalde) y meter bala al que te intente saquear o quemar de nuevo. ¡Cómo vas a mandar a un ministro a negociar después de ese vandalismo! Con eso estás diciéndole a las regiones que la única manera de que les hagan caso es que se pongan violentas, lo cual es peligrosísimo. Es como el padre que acostumbra darle todo al hijo que rompe las puertas de la casa. No pues.
¿Ustedes creen que en Chile van a bloquear la autopista Santiago-Viña con llantas quemadas y piedras y los carabineros van a salir corriendo?
¿O los “marshalls”, los “sheriffs” y la justicia yanqui no van a hacer nada si quemas la sede del gobernador de Florida en Tallahasse, de Nueva York en Albany o de California en Sacramento? ¿Creen que Bachelet y Bush te mandarían ministros para negociar? Miren nomás cómo recientemente la guardia civil española despejó y puso rápido en su sitio a los camioneros huelguistas que se pusieron vándalos.
No, la democracia no tiene por qué ser tan cobardona, tan “lorna”, como ese pez al que todos se comen por tontón. ¡Por la Madre de Dios, Premier!
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