Brillante la operación para liberar a Ingrid Betancourt, de la talla de nuestra “Chavín de Huántar”. Lo malo es que esto seguramente emborrachará al buen presidente Uribe y lo hará lanzarse a la aventura de una segunda reelección, que de hecho conseguirá, pero de la que dudo mucho que lo lleve a buen puerto. Eso sí, ya pronto saldrán las ONG de DDHH, los lacayos chavistas y la izquierda a buscarle algún defecto a la operación. A muchos de éstos les arderá esta nueva debacle de esa castrista mafia narcoterrorista llamada FARC. Es que la potente asistencia militar yanqui bajo el Plan Colombia –implementado por Clinton y expandido por Bush– no ha servido mucho para reducir el narcotráfico (la única solución a eso es legalizar las drogas), pero sí para diezmar a estas ratas.
Repaso la carrera de Ingrid para el lector. Hija de un ex ministro de la dictadura militar de Rojas Pinilla y una Miss Colombia, basó su carrera política en la lucha contra la corrupción, acosando incesantemente al polémico ex presidente Samper, al que incluso le dedicó un duro libro.
Integrante del Partido Liberal (a pesar de su engañoso nombre es de centroizquierda; poseía hasta hace poco una formidable maquinaria política, similar a la aprista en sus buenos tiempos), se alejó para fundar un partido raro, más para latitudes europeas, ecologista, al que denominó “Verde Oxígeno”. Obtuvo la votación más alta como senadora, pero a esto le siguió un largo declive en su popularidad, lo que la desesperó –porque Ingrid ama los flashes, es muy “figuretti”; es una mezcla de Anel Townsend y Yonhy Lescano– y la impulsó a hacer tontería tras tontería para llamar la atención, como huelgas de hambre en pleno hemiciclo u obsequiar viagras en la calle a los parroquianos.
Se lanzó como candidata presidencial besando demagógicamente a una estatua de Bolívar, pero no llegaba al 1% en los sondeos. Azorada, perdió todo tino para atraer publicidad y el 2002 se adentró en territorio de las FARC para visitar en una zona rural al único alcalde que tenía “Verde Oxígeno”, a pesar de las advertencias de los controles militares por donde pasó. El resto es conocido: un horrendo cautiverio y mucho sufrimiento familiar, acarreado por tamaña irresponsabilidad infantil. No midió las consecuencias de sus actos y vivió un infierno por ello.
-Otrosí digo: Para el historiador Antonio Zapata y otros nostálgicos de Salvador Allende, desentierro estas líneas de un Caretas antiguo (“Armas en América Latina”, edición 492, enero de 1974, pág. 9) para que vean que no sólo fue un racista protector de nazis y un inútil como gobernante, sino que también apoyó al armamentismo: “Allende tampoco se quedó corto: cuando Estados Unidos se negó a vender durante un tiempo a Chile aviones supersónicos F-5, contrató con Inglaterra la compra de 21 cazas Hawker-Hunter por el valor de US$9.6 millones. No fue la única adquisición bajo el régimen de Unidad Popular, que entre otras cosas dotó a Chile de un crucero con cohetes mar-mar y encargó a Inglaterra la construcción de dos fragatas ‘Leander’ armadas con misiles ‘Seacat’ y que llevan un helicóptero. En realidad, según un estudio último del Institute of Strategic Studies de Londres, Chile bajo Allende es el país que más gasto per cápita en armas tuvo en los últimos años”.
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