Las relaciones entre Bolivia y EEUU desde que asumió Evo Morales han sido siempre malas, pero últimamente están llegando a niveles mínimos. Hemos visto a Evo insultando constantemente a los yanquis, entrando en rabieta porque no se ha extraditado a su antecesor Sánchez de Losada (bastante fresco de su parte, dado que él no nos quiere entregar a un miembro del MRTA que cobija en su entorno), propiciando una peligrosa manifestación contra la embajada estadounidense, y ahora se le ve festejando la salida del equipo de lucha contra la siembra de coca de USAID.
En realidad, los gringos han sido un buen negocio para Evo. Sólo basta recordar cómo las infortunadas declaraciones de un ex embajador de EEUU en La Paz levantaron tremendamente su candidatura, algo similar a lo que sucedió con Perón en su primera elección presidencial.
En principio, Bolivia no le interesa un comino a EEUU. Tiempo atrás tuve la oportunidad de preguntarle sobre el tema a un muy importante diplomático gringo durante una visita suya a Lima y me comentó –brutalmente franco, como suelen ser los yanquis– que era un país muy pobre y alejado que no estaba en su radar, dado que no era estratégico ni se registraban inversiones estadounidenses de importancia alguna. Algo les preocupaba el tema de la coca y la alianza con Chávez, pero me dio la impresión de que veían a Evo y a su país como cualquier cosa.
No sé si esa percepción habrá cambiado con este incremento en los roces. Por lo pronto, dudo mucho que las facilidades comerciales dadas por el ATPDEA sean prorrogadas tras este último incidente, pues ha quedado en evidencia que no hay más cooperación anticoca boliviana como para justificar estas facilidades. Es más, posiblemente no los “certifiquen” como aliados en la lucha contra las drogas, lo cual suele generar serios problemas al país que adolece de este unilateral certificado de conducta.
Evidentemente, Evo no quiere constituir un “narcoestado” como aquel que creó su antecesor García Meza a comienzos de los 80, y posiblemente haga todo esto por lo ignorante y desatinado que es (ya lo hemos visto en sus tratos con nosotros, además que es un mayordomo de Hugo Chávez), pero me asombra tanta irresponsabilidad, dado que pone en peligro los miles de empleos formales vinculados a las exportaciones bolivianas a EEUU (básicamente joyería y textiles). No sé cómo los bolivianos no se dan cuenta del descerebrado que los gobierna, que además ha provocado que tengan inmensos depósitos de gas aún inmóviles bajo tierra y ha exacerbado el separatismo. Bueno, cada país tiene el gobernante que se merece y todo indica que una coalición entre la gran barriada paceña de El Alto y los campesinos cocaleros es la que manda allá, lo que configura una oclocracia clásica.
De todas formas, esta es una gran oportunidad para que el ministro Rey impulse trasplantar los centros exportadores bolivianos a nuestro país. La Paz tan sólo está a 100 kilómetros de Puno, así que las mudanzas no tiene por qué ser muy onerosas.
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