Escribo estas líneas sobre Leysi Suárez y su foto de amazona sobre la bandera peruana usando ropa interior con la bandera de Australia, que compré en una tienda allá durante una visita que hice invitado por el gobierno del país de los canguros y que adrede uso para burlarme de este tema (que he tratado recién hoy sábado porque me parece de lo más banal y se presta más como ligero tema finsemanero).
Porque uno en el exterior ve a menudo toallas de playa, ropa de baño, calcetines... hasta condones con la bandera inglesa o la gringa y nadie se inmuta. Y no me digan que estos países no son nacionalistas o que su gente no está orgullosa de su terruño. Ya sabemos cómo los gringos se sienten el ombligo del mundo, con su “Star and Stripes” ondeando por todos lados y su imperialismo a flor de piel, mientras que los ingleses son de lejos los más cerrados, patrioteros, guerreros y nostálgicos del imperialismo entre los países grandes de Europa (junto a los rusos), con la enseña “Union Jack” siempre al tope.
Y es que las banderas, particularmente en el mundo anglo, entraron muy fuerte en el arte “pop”. Desde el “Capitán América” –cuyo antecedente es el “Tío Sam” y de éste el inglés “John Bull”– hasta el uso de la enseña británica en grupos de rock como The Who o Queen... Recuerdo que en mis épocas universitarias de los 80 estaba de moda la bandera británica, que se ponía en polos, parches, calcomanías, etc. sólo por razones estéticas. Algo similar sucedió con la bandera roja de la Rusia soviética en los 90 tras la caída del Muro de Berlín, épocas en que los jóvenes europeos iban a las discotecas con kepís y chamarras del Ejército Rojo.
Incluso la quema de la bandera o ponerla al revés –algo que se hacía mucho en las protestas contra la guerra de Vietnam– es considerado como “libertad de expresión” en EEUU y no es penado, aunque existe un vigoroso movimiento para sancionarlo.
Para no recordar la infinitud de artistas que han posado desnudas con sus banderas, sólo que en trabajos de mejor gusto que las fotos de Leysi, pero eso ya es el problema de la horripilante estética “chicha” (¡con esos verdes, naranjas y amarillos eléctricos!) que ha deshecho gran parte de nuestro país. Pensar que antes éramos considerados los de mejor gusto en Latinoamérica junto a los argentinos... Comparen nomás las casas antiguas de Miraflores, Barranco, Ancón y San Isidro con los bodrios que se hacen ahora. O una composición de Chabuca Granda o Pinglo con las actuales. Me imagino que El huerto de mi amada se llamaría ahora La chacra de mi hembra, José Antonio sería Yonhy Wilbert y una Veredita Alegre sería como una pista rota de éstas de Castañeda.
Bueno, Leysi misma –que es bastante rolliza para ser modelo. No hay duda de que a nuestro pueblo le gusta la mujer “taypá”: tetona, muslona, potona, caderona– no tiene la culpa de que le hayan puesto ese “nombre”, que suena a marca de supositorio. Pero su holocausto estético no amerita que la procesen (aunque respeto a la gente cuya sensibilidad ha sido herida por este despropósito). El astuto Ántero se nos ha puesto populista con esto...
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