16 octubre 2008

Ayúdate que te ayudaré (28/08)

Hace unos días leí un artículo dominguero en otro medio sobre las penurias que experimentan un grupo de madres beneficiarias del Vaso de Leche en una de las zonas más pobres de Lima. Parte el alma tanta miseria, pero también indigna la necia irresponsabilidad de la gente. Se entrevista a 3 mujeres muy pobres, que tienen 7, 4 y 8 hijos, respectivamente. Una tiene 45 años y su último vástago –de 7 hermanos– 4 añitos... Ojalá que la menopausia haga pronto su tarea... La de 8 hijos –el último es un bebé que carga en la espalda– tiene tan sólo 37 años, así que fácil encarga algunos más, a pesar de que su único sustento es vender golosinas. Y no queda claro si son madres solteras... ¿Así cómo van a salir adelante? No pues, imposible. La verdad es que no me entra en la cabeza cómo estas mujeres adultas no pueden darse cuenta –por más falta de cultura e instrucción que padezcan– de que a más bocas, menos oportunidades de progreso. No se necesita ser Einstein para percatarse de que están condenando a sus hijos a una infancia infernal (como a ellas mismas a una vida espantosa). Que están echando sobre las espaldas de los demás todos los costos que significan educar, alimentar y darle salud a estas almas inocentes que tan alegremente traen al mundo, y que muy posiblemente están incubando delincuentes por necesidad o extremistas por resentimiento. ¿Qué pasará por sus cabecitas? ¿Son tan burras? ¿Desconocen absolutamente que existen métodos para evitar tener hijos (ojo, están en una Lima llena de farmacias, no en una provincia remota)? ¿No pueden decirles a sus parejas que ya no quieren vivir eternamente embarazadas y cargando con tantas criaturas? ¿Son tan insensibles, tan endurecidas, tan embrutecidas por la miseria? Tengo serias dudas de que las mujeres de estos sectores gocen efectivamente del acto sexual en un ambiente tan machista (el tema debe ser una penetración rápida a la bruta, sin mucho prolegómeno o ternura y con harto trago en los varones), pero son muy libres de entretenerse por esa vía siempre y cuando no se agobien ni agobien a los demás siendo fábricas incesantes de pobres. La posición de la Iglesia al respecto es dogmática, así que nunca va a entender razones y no va a ayudar a frenar este lamentable fenómeno. Y asombra que tipos tan inteligentes como Federico Salazar defiendan esta situación y hasta digan que nos enriquece (¿?), pero creo que es evidente que Alan García, Del Castillo, Pinilla y Garrido Lecca tienen una responsabilidad enorme frente a esto. Hace rato que deberíamos estar viendo una extremadamente agresiva política de divulgación de anticonceptivos. Es más, condicionar la ayuda social a que dejen de tener tantos hijos o pagarles programas tipo Juntos para que los eviten, porque en la africanamente paupérrima Huancavelica es común ver campesinas con 11 hijos. No, esto tiene que cambiar. Ya estamos en el siglo XXI como para que las personas actúen de manera irresponsable y que sus hijos sean virtualmente camadas que no pueden mantener y que pauperizan más al país. Después se quejan, hacen marchas, rompen cosas, bloquean, exigen, se achoran. Ayúdate que te ayudaré.

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