17 octubre 2008

Peinando a Heraud (04/10)

A veces reviso los blogs -un fenómeno excesivamente sobrevalorado- más que todo por narcisismo masoquista, pues me divierte ser el "Gran Satán" en muchos de ellos (los rojos y caviares tienen cada rabieta conmigo. ¡Les encanta leerme!). La mayoría son caviarones, de moralina social, infantilmente idealistas, universitariamente ingenuos y demasiado "políticamente correctos". Hay mucho imbécil, mucho palabrero, mucho intelectualoide y mucha tontería, pero por allí encuentras chismes suculentos, datos válidos, cosas entretenidas o reflexiones interesantes, como ésta de Silvio Rendón (Gran Combo Blog), que tampoco me traga, que tiene el mejor blog junto a Marco Sifuentes (El Útero de Marita). Este blogger -tocayo del más célebre peluquero de los 70- toca con valentía a Javier Heraud, un ícono rojo (también bastante sobrevalorado, a mi entender), en el siguiente artículo que copio: "Javier Heraud murió no sólo por la balas policiales sino por las balas de la población civil de Puerto Maldonado, que portaba fusiles de caza (...) Un hecho usualmente omitido en la historia sobre su muerte. El rechazo del pueblo a su presencia. En grancomboclub.blogspot.com , "Pobladores y azuzados", Daniel Salas señala la tendencia a negarle responsabilidad a la gente por sus acciones, como si fueran menores de edad, o como si la población tuviera que identificarse con los grupos insurgentes. (...) Llega un grupo de jóvenes muy llamativo a un hotel, el hotel Chávez.Estos jóvenes son en realidad una columna guerrillera que ingresa al Perú desde Bolivia (...) Se detienen en Puerto Maldonado porque están exhaustos. Son denunciados y detenidos por la Policía. No es que la población los quiso linchar. Ya estando detenidos, en cierto momento se produce un tiroteo donde muere el sargento Sam Jara, se hiere a dos guardias republicanos y a un joven del grupo (...) Sin embargo, el grupo es finalmente reducido. La versión de los miembros de este grupo es que los policías fueron heridos y muertos por sus propios compañeros. Javier Heraud y Alaín Elías logran escapar, esconderse y convencer a un balsero de que los cruce a la otra orilla del río mediante una canoa. Son interceptados y, según se cuenta, ´se produce un tiroteo´. Elías y Heraud se rinden, pero les siguen disparando, con la Policía animando a las personas armadas que les disparaban a que sean rematados. Muere Javier Heraud, al igual que Roberto Vásquez, el balsero que los llevaba (...) Después de los incidentes, había consternación y sorpresa porque un muchacho blanco, enorme, de Lima, fuera muerto. Un hecho incomprensible al parecer, que alguien que ´valiera tanto´ entregue su vida por gente pobre, que ´vale tan poco´, en los crueles estándares convencionales (...) Definitivamente que se tratara de un poeta marcó una gran diferencia en que se le recordara como se le recuerda. Los nombres del sargento y del balsero muertos quedaron olvidados. (...) Las guerrillas latinoamericanas fueron idealizadas por algunos sectores izquierdistas, pero la verdad es que fueron unas grandes violadoras de los derechos humanos, léase asesinatos, muertes, abusos, robos, etc. Es posiblemente antipático recordar que Javier Heraud fue parte de un grupo de jóvenes simpatizantes del régimen castrista que agredió a puñetazos a un grupo de personas que pacíficamente celebraba un acto de condena al régimen castrista (si no me equivoco, se trataba de una misa en la iglesia de la Merced, en Lima). La intolerancia estaba ahí".

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