24 octubre 2008

Lean a Schumpeter (18/10)

- Mirko Lauer puede ser muy cómico. Ayer escribió que esta crisis financiera mundial resucita a Marx. Esto no es una crisis terminal del capitalismo. Para nada. Perderán unos y ganarán otros, nada más. Que lea a Schumpeter y el proceso recurrente de la destrucción creativa del capitalismo: Warren Buffet está comprando lo que puede a precio de ganga, mientras que JP Morgan ya superó al Citibank como el mayor banco yanqui. Unos reemplazan a otros. Lo que sí se va a acabar es ese american way of life, esa vida cómoda gringa basada en endeudarse. El fin de la Segunda Guerra Mundial dejó a EE.UU. sin competencia, intacto en su estructura productiva, mientras el resto del mundo estaba hecho polvo. Eso les garantizó una buena vida hasta entrados los 70. Desde Reagan, pasaron de ser el mayor acreedor mundial al mayor deudor planetario para seguir manteniendo ese ritmo altísimo de vida al que se habían acostumbrado desde 1945. Pues se acabó esa vida artificial basada en deudas.

- Habría que mandar a un siquiatra con conocimientos de antropología para entender al sur, particularmente a los complicados cusqueños. Leía el último artículo del veterano periodista británico Nicholas Ashehov, quien vive en Urubamba, donde éste refería el tremendo progreso material que se ha visto en la zona desde los 90: multiplicación de empleos e ingresos, mejoras en servicios (hasta cable y pizza delivery), celulares y teléfonos por doquier, mejores pistas, vuelos diarios, subida del precio de la tierra. Tanto así que un viejo vecino le proclama que es la época de oro de Urubamba.Sin embargo, Ashehov termina comentando que también se ha elevado tremendamente el resentimiento contra lo que llaman misti (que vendrían a ser los blancos, pero que en realidad más se acerca a denominar a lo occidental hispanohablante, sean blancos, mestizos, costeños o citadinos) y que todos los Andes sureños son puro Humala. Similares comentarios recibí de una persona amiga que estuvo por allí hace poco y cuya estadía coincidió con un paro. Según me cuenta, el paro es una especie de fiesta anárquica, donde los campesinos comienzan a emborracharse el día anterior mientras edifican desordenadas barricadas (las hacen tan mal estos burros que multiplican esfuerzos. Las ponen casi juntas en tramos cortos cuando sólo les bastaría una. Y obviamente que no las levantan cuando acaba la movilización. Eso corre por cuenta de los pobres choferes). Si les preguntas el motivo de la protesta, la respuesta invariable es porque las cosas están muy caras y punto. También me cuenta que sus huéspedes -costeños como mi fuente- le comentaron que tratar de razonar con ellos es imposible, por su ignorancia, desconfianza y terquedad (y no crean tampoco que son muy simpáticos, veraces y chamberos. ¡Para nada! Eso sí, para prolíficos no les gana nadie. Tienen irresponsablemente hijos como cancha).

Todo el día del paro están bloqueando el pase en una borrachera espantosa y son belicosos con todos, no sólo con los mistis (mi fuente me dice que fue testigo de cómo casi linchan a un paisano quechuahablante al que le urgía llegar a su casa). También coincide con Ashehov en que el ídolo allí es Omala. Hay toneladas de mala leche allí que no sé cómo se van a resolver. Ni siquiera con el humalismo: Omala, al fin y al cabo, es un misti más.

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