16 octubre 2008

Somos pobres, seámoslo siempre (23/08)

Es muy conocida esta admonición de Unamuno al general Millán Astray al inicio de la Guerra Civil Española: Venceréis, pero no convenceréis. Es que convencer –o por lo menos avanzar algo en eso– es un elemento básico si vas a enfrentar una reforma muy peliaguda, llámese cédula viva, vaso de leche o comunidades indígenas. Primero preparas el terreno con explicaciones, haces alianzas y tratas de debilitar las posturas del antagonista antes de mandarte.Esta Ley de Comunidades Indígenas por supuesto que es buena y razonable, no tiene nada de arbitrario que la mitad más uno decida los destinos de las mismas. Es más, da pena escuchar a los nativos reconocerse como tontitos que no pueden decidir su destino al voto al 50%, que no son iguales a los costeños o a los andinos. Nadie les está quitando nada, solamente se baja la valla para que ellos –y nadie más que ellos– decidan qué hacer con las tierras. Pero hay que tratar de explicar esto, o por lo menos intentarlo, porque si lo metes así nomás te vas a topar con mucha desconfianza, con mucha brecha cultural y con una rebelión como ésta de los nativos, que además de todas maneras está siendo carboneada por ciertas radios, algunas ONG y muchos radicales, que prácticamente les hacen cantar Somos pobres, seámoslo siempre. Estas cosas se hacen con planes de comunicación previos y también contingentes, con asesoría de antropólogos incluso. Se corre el riesgo de unir, por miedo y desconfianza, a todas las tribus selváticas en contra. Había que repetir machaconamente que las comunidades indígenas selváticas son una creación de Velasco, así como las serranas las hizo el virrey Toledo, y que no se le está quitando nada a nadie sin su voluntad (como sí se hizo con la Reforma Agraria que ellos aplaudieron).Y contar también cosas que la gente no sabe, como que los velasquistas hicieron crecer arbitrariamente a muchas comunidades durante la Reforma Agraria a costa de los expropiados y de la confusión reinante. El otro día, una persona que conoce mucho del tema me dijo que creía que era imposible que una comunidad indígena sureña haya abarcado desde tiempos inmemoriales un área de Cañete a Pucusana, que así no eran de grandes antes de la Reforma Agraria. Además, me contaba que muchos comuneros costeños ahora ya no vivían en sus tierras, sino en las urbes. Y cosas similares suceden en las muy mal delimitadas comunidades serranas, que muchas veces se atribuyen tierras que no son de ellos, sea porque antes tenían propietarios, sea porque no eran de nadie. Hay mucho cuento y pendejada en esto de las comunidades, esos museos de la pobreza y el atraso que idolatran los rojos y caviares. Como cosa curiosa, al investigar esto me topé con que el primer belaundismo fue quien creó esta desgracia del pago con bonos a los afectados por la Reforma Agraria, que al comienzo era en efectivo (como debía ser).También que el esquema era que los campesinos adjudicados le pagaban esa deuda al ex propietario a través del Estado, así que en realidad lo que tenemos ahora son un montón de minifundistas (que aparecieron cuando el segundo belaundismo se cargó a las agonizantes cooperativas y SAIS) en situación de morosos con los antiguos dueños. A ver, cóbrenles...

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