16 octubre 2008

Se fue el torito (16/09)

Como en esa novela policiaca de Agatha Christie donde los personajes iban desapareciendo al ritmo de la canción de los negritos, los otrora omnipotentes bancos de inversión gringos parecen haber entrado en una dinámica de extinción más acelerada aún que la de los tigres. Sólo quedan Morgan Stanley y Goldman Sachs, tras la salida de Bear Stearns, Lehman y Merrill Lynch. Incluso existen muchas sospechas sobre por qué Goldman optó por salir tan a tiempo –meses atrás– de las hipotecas-basura que tenía, pues las malas lenguas afirman que Hank Paulson, actual secretario del Tesoro yanqui y ex directivo de esta entidad, les dio un oportuno soplo al disponer de información confidencial al respecto. Las cifras asustan. No sólo se pierden 25 mil empleos, sino que Lehman deja un forado de US$614 mil millones. Paulson hizo lo que pudo para forzar un matrimonio con algún banco grande, como lo hizo con Bear Stearns y JP Morgan Chase, pero no hubo novio... Según The Economist, el error de los directivos de Lehman, al igual que el caso de Bearns, fue no vender antes, y más bien Merrill salvó el cuello al casarse este fin de semana con el Bank of America por US$50 mil millones. Lo que sí Paulson no quería hacer de ninguna forma era que el Estado asuma a Lehman con plata de los contribuyentes, tal como lo hizo hace pocos días con las gigantescas agencias hipotecarias Fannie Mae y Freddy Mac. Sin una red estatal última, los trapecistas financieros pagarán más caras sus acrobacias (como se lo merecen). Y ahora la aseguradora AIG está en capilla. Lehman tenía muchas páginas detrás. Fue creada por hermanos inmigrantes judeo-alemanes en 1850 para financiar la construcción de ferrocarriles en el Lejano Oeste y el comercio de algodón en el sur esclavista, mientras que Merrill Lynch (60 mil empleados) nació de una sociedad conformada en 1914 por Charles Merrill y Edmund Lynch, quienes se conocieron en la YMCA. Ahora ambas son historia. Lo peligroso es que los valores de Lehman se van a rematar a precio de ganga y eso va a afectar los portafolios, ya débiles, de otras entidades financieras. Ya se habla del fin de la eufórica banca de inversión –que vive de vender valores, derivados, divisas o asesorar fusiones y compras, buscando capital en los mercados–, frente al regreso triunfal de la aburrida banca tradicional, la del chanchito de ahorros. ¿Qué puede significar esto para nosotros? Por lo pronto, se especula que la FED gringa va a bajar las tasas de interés este jueves, lo que podría significar dólares y créditos en verde más baratos aquí. Sin embargo, de otro lado, la caída de estos colosos va a ajustar aún más el crédito mundial (¡cada dólar apalanca 15 más!). Y de hecho va a afectar aún más el consumo en el importante mercado estadounidense (mala suerte que ocurra justo cuando está por arrancar el TLC). Lo que sí me huele es que va a bajar el precio del petróleo (y tal vez de las materias primas), pues los especuladores van a vender posiciones para tener efectivo a mano, mientras que el oro subiría por ser el refugio típico en las crisis. En fin, si supiera lo que va a pasar en el mundo del dinero, estaría en Ibiza, tomando sol en un yate repleto de rubias, a lo Hugh Hefner.

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