Sentí bastante pena, y algo de nostalgia, cuando me enteré ayer por la mañana que el maestro Gustavo Pons Muzzo había fallecido. Para un aficionado a la Historia como yo, Pons Muzzo había representado la entrada a ésta cuando escolar, con esos interesantes libros que preparaba, muy bien presentados para la época en cuanto a ilustraciones y mapas, siempre utilizando cuadros de temas históricos en sus portadas y páginas, hechos por pintores locales como el impactante “Los Funerales de Atahualpa” de Luis Montero, o las magníficas “Respuesta de Bolognesi” y “Muerte de Bolognesi” de Juan Lepiani (también autor de “Los Trece del Gallo”) o la solemne “Capitulación de Ayacucho” de Daniel Hernández. Porque Pons Muzzo era un “divulgador”. Es que a mi modesto entender, existen dos tipos de historiadores: los “académicos” y los “divulgadores”. Los primeros son aquellos que enriquecen la disciplina con sesudas investigaciones, que lamentablemente a menudo quedan en círculos pequeños. Los segundos tratan de abrirse al gran público, como los preponderantemente “republicanistas” Pons Muzzo, Rubén Vargas Ugarte y el “virreinalista” José Antonio del Busto Duthurburu (Federico Kauffmann Doig es más un arqueólogo), siendo Jorge Basadre el más grande de todos por su monumental “Historia de la República” (Pablo Macera no pasó de ser una promesa y acabó por las patas de los caballos por servil fujimorista. Antes viciaba mucho de lo que escribía por ser tan rojo y tan, tan resentido social). A Pons Muzzo no le correspondía hacer grandes exámenes ni análisis interdisciplinarios: estúpidamente se le acusó de “liviano” durante la dictadura velasquista. Lo suyo era transmitir mucho amor por el Perú (que él sentía doblemente por ser un tacneño que fue víctima de la feroz ocupación chilena de dicha provincia, brutal e injusto cautiverio que duró hasta nada menos que 1929) y darle a la infancia un pantallazo ordenado de nuestra historia republicana. No más. Y ello fue bastante, Don Gustavo.
Ha sido una pena que no hayan existido “divulgadores” de su tipo en el siglo XX. Basadre no quiso ir más allá de Sánchez Cerro y usted no incursionó más allá de los veintes, hasta donde sé. Por eso existe ahora tanta ignorancia sobre la segunda mitad del siglo XX entre los jóvenes. Ojalá aparezcan más peruanos de nota como usted en nuestro país actual, lleno de Humalas, de idiotas sureños chauvinistas con ridículas banderas andino-gays (sólo a un limitado híbrido mental como Toledo se le podía ocurrir ondearla en Palacio), que se llenan la boca con la palabra “Perú” sin saber nada de nada.
PD: Aviso de servicio público, de “full disclosure”, como dicen los gringos: Sandro Mariátegui Chiappe –quien aparece opinando sobre RDC en la pág 7– es mi tío, no mi padre. Sale allí sólo por ser un “histórico” de Acción Popular, no por simpatías, que no le tengo ninguna. ¡En absoluto! Lo único que me irrita de verdad en este mundo es cuando por allí algunos desinformados dicen que ese es mi padre. ¡Felizmente no!
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