Nadie tiene derecho a tomar una carretera o un aeropuerto e impedir el libre tránsito de los demás. Nadie y por ninguna razón. Permitir eso es “piquetear” al país como le sucedió a Argentina. Allá se formaron bandas llamadas “piquetes”, que paralizaron al país constantemente al tomar sus carreteras y que se constituyeron en un grupo de presión mafioso que hasta ahora no ha terminado de ser extirpado. Se originaron en 1996, durante una huelga contra la petrolera YPF en la Patagonia y joden hasta ahora. Sus bases son una amalgama de desempleados, “barras bravas” futboleras y grupúsculos de extrema izquierda. Otro país que se “piqueteó” fue Bolivia, donde ese agitador y lacayo de Hugo Chávez llamado Evo Morales tumbó a dos presidentes constitucionales bloqueando las vías a La Paz. Felizmente, los deseos del caricaturista comunista “Carlín” (un marxista extravagante que postula que sólo se trabajen cuatro horas diarias. Con eso se dice todo de su criterio) no se van a cumplir aquí y nadie va derrocar al gobierno por imponer la autoridad. Perú no es Bolivia porque el peso de Lima es gigantesco frente a provincias. No podemos permitir que el país se “piquetee”. Tenemos que actuar enérgicamente como Chile, donde los socialistas Lagos y Bachelet han cortado sin miramientos las tomas de autopistas por parte de revoltosos mapuches, encarcelando a varios de ellos y apoyando a sus carabineros cuando éstos tuvieron que hacer uso de sus armas. Y allí arranca la responsabilidad de fiscales y jueces. Tienen que procesar a todos los detenidos con todo el peso de la ley y no hacerse los locos y terminar soltando a todos, como de costumbre. Asimismo, deben abrirle proceso a las cabezas que han provocado estos desmanes, como Zuñiga de Conveagro y Málaga de la Junta de Regantes. Ambos son responsables intelectuales por estas tomas de carreteras. También debe procesarse a Efraín Yépez, un termocéfalo dirigente cusqueño de la CGTP, muy cercano al chavismo y un agitador profesional al que ya hay que cortarle las alas de una vez. Otro es Claudio Tapia, el dirigente humalista que ha estado en todas las protestas ayacuchanas. Aquí hay cosas raras detrás. Y respaldar absolutamente la labor policial frente a esta ofensiva extremista. El mayor error sería volver a caer en la lógica perversa de las ONG caviares de derechos humanos, apoyadas a menudo por la nefasta Defensoría del Pueblo, y ponernos a crucificar a los uniformados por obedecer directivas e imponer el orden. Me cuentan que el Ejército al comienzo no quería asumir responsabilidades en las carreteras del norte chico porque temía que les abran miles de juicios y los políticos no los respalden, como hacía Toledo.
Qué pena que hayan muerto varios revoltosos, pero no se puede permitir que se ataque a la Policía, cuyos heridos son los eternos olvidados. Finalmente, es evidente que Cusco no está a la altura para recibir a los invitados de la APEC. Una pena, pero esa ciudad debe ser “deslistada” de todas las actividades de esta cita. Son demasiado infantiles, cerriles e impredecibles como para confiar en ellos.
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