19 febrero 2008

Leguía y las fronteras (20/01)

Estando en el candelero este reclamo fronterizo en La Haya, el otro día leí un análisis sobre el expresidente Leguía que repetía la misma leyenda
absolutamente negra que te suelen vender desde el colegio.
Efectivamente, Leguía degeneró en la autocracia, destruyó el antiguo sistema de partidos (que ya era en realidad una argolla civilista), permitió la venalidad y endeudó mucho al país, pero aún así posiblemente, como dijo Haya, fue el mejor -yo diría más bien que el más importante- presidente del siglo XX. Y seguramente el más valiente, porque durante su primer mandato (1908-1912) fue secuestrado por una turba pierolista (29 de mayo de 1909) y se negó a firmar su renuncia a pesar de las amenazas de muerte, triunfando al final de puro corajudo. También combatió en la batalla de Miraflores contra los chilenos, cuando tan sólo tenía 16 años. Ante el peligro, jamás se buscó esconderse en embajadas extranjeras como otros. Más bien, rechazó el asilo chileno tras su caída en 1930 que le hubiera evitado la prisión (como también la corona de bronce conmemorativa que este país nos quiso regalar, impertinentemente, en 1908).
Ciertamente, que haya sido quien más años nos haya gobernado en total (15 años) no lo hace el mejor (ojo que sólo se lo tumbó la terrible depresión económica generada por el crash de Wall Street en 1929), sino que sus méritos se > sostienen por la profunda modernización que experimentó el Perú bajo su segundo mandato (llamado "el Oncenio") a partir de 1919 y porque también porque fue quien por fin delimitó las fronteras -salvo con Ecuador, cerrada por Prado en 1942 y aceptada por el vecino norteño a finales de los 90- definitivas con nuestro país.
Lo primero ya es ampliamente conocido. Con Leguía, Lima deja de ser una aldea y el aletargado Perú en su conjunto entra al siglo XX. Pero es en lo segundo donde jamás se cuentan muchas cosas. O se distorsionan. O no se aquilatan las grandes dificultades que se enfrentaba en aquellos momentos.
La primera frontera que Leguía cerró fue con Brasil (Tratado Rio Branco-Velarde) en 1909, impulsado geopolíticamente en gran medida para frustrar al eje Río-Quito, unidos ya por un tratado secreto antiperuano firmado en 1904.
El objetivo fue cumplido y nunca más volvimos a tener diferendos con el coloso sudamericano. Diez días después de este acuerdo, Leguía logró abortar el inminente nacimiento del eje La Paz-Santiago, que ya aparecía peligrosamente en el horizonte con el cónsul boliviano en Santiago negociando los últimos detalles de la alianza. Así, con audacia, Leguía logró apartar a Brasil y Bolivia de sendas componendas con nuestros enemigos declarados.
Luego Leguía trató que el Rey de España delimitase nuestra frontera con Ecuador, pero este país se rebeló contra el fallo de ese árbitro y lo desconoció antes de ser anunciado, por lo que estuvimos a un tris de la guerra (abril de 1910).
Pero el enfrentamiento militar verdadero se dio con Colombia, donde el futuro presidente y mariscal Oscar R. Benavides derrotó con carga de bayoneta al agresor norteño en el punto selvático llamado "La Pedrera", gesta también conocida como "el combate del Caquetá" (julio 1911). Colombia se quedó un buen tiempo tranquila, lamiéndose las heridas. Como se ve, Leguía cerró ventajosamente dos fronteras en su primera administración (Basadre elogia esto), casi lo logra con Ecuador y puso a Colombia en su sitio. Con Chile sí se vivió una tensión constante, con ruptura de relaciones incluos.
Si bien Leguía abandonó impopular el poder en 1912, regresó en olor de multitud en 1919, cayendo en el pecado de forzar un cuartelazo para asegurar su ascensión. El punto principal en su agenda externa era logra solucionar la peliaguda cuestión de Tacna y Arica con Chile, lo que sólo podía hacerlo teniendo la espalda cubierta por el norte, que se veía peligroso por el constituido eje Quito-Bogotá. Para cerrar la frontera con Colombia con el tratado Salomón-Lozano y aislar a los más débiles ecuatorianos, Leguía trocó el peruano trapecio de Leticia por el colombiano triángulo de Sucumbios (territorio que increíblemente le daríamos a los ecuatorianos tras nuestra victoria de 1942 y en donde estos encontraron ingentes yacimientos de petróleo en los 70. Así somos.). Años después, su sucesor Sánchez Cerro casi entró en guerra con Colombia por Leticia, conflicto que su asesinato en el Campo de Marte evitó a punto de estallar.
Cubierta ya su espalda norte -Ecuador era muy débil- es que Leguía lanza su ofensiva diplomática con Chile, donde se logra recuperar la cautiva Tacna sin disparar un tiro y tras el frustrado plebiscito con mediación yanqui, gracias a una hábil diplomacia y el realismo y fortaleza de su homólogo chileno "el caballo" Ibañez, que tuvo que imponer esto allá en medio de fuertes resistencias de los políticos y militares mapochinos.
En suma, Leguía fue quien estableció definitivamente cuatro de nuestras cinco fronteras sin guerras y todas en circunstancias harto complicadas, cosa que no pudo concretar totalmente como vimos en 1910 al negarse Ecuador reconocer el laudo español que nos favorecía. Sólo por eso ya tiene un sitial importante en nuestra historia. Mil defectos posiblemente, pero no era cualquier cosa como dicen por allí. Ni tampoco igual a Fujimori, como aducen otros para levantar a éste. El chiclayano era muy, muy superior en temple, patriotismo, cosmopolitismo e inteligencia.

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