Pocas veces he visto un sector más fresco que el agrario peruano:
1) Trabajan sobre tierras que no son en realidad de ellos sino que llegaron a sus manos por un robo histórico –que hasta ahora no se indemniza– llamado Reforma Agraria.
2) No cancelan sus deudas. ¿Recuerdan esa alegre orgía de los 80 llamada Banco Agrario? Se les regaló millones de millones… ¡a crédito cero! y no se recuperó casi nada porque les encanta pedir y no pagar, usando el dinero de los demás contribuyentes. Años después Fujimori les lanzó un generoso programa de Rescate Financiero Agrario (RFA) que hasta ahora muchos de ellos no cancelan desde… 1998. El pago se amplió en numerosas ocasiones hasta el año 2005. ¿No será por esa pésima fama que los bancos comerciales no les prestan o lo hacen a tasas muy altas por el riesgo del “cabezazo”?
3) No pagan tributos. El 90% de ellos jamás ha abonado Impuesto a la Renta en su vida, como sí lo hacemos los tontos del sector formal que los mantenemos. Tampoco están afectos a un Impuesto Predial que debería existir. ¡Es más, sus productos no están sujetos al IGV! El agro representaba el 30% de la recaudación antes de la Reforma Agraria. Ahora, salvo los exportadores, su contribución es nula, tanto como aportantes (IR) como por recaudadores (IGV).
4) Son tan privilegiados que prácticamente no pagan nada por su principal insumo: el agua. Es como que nos regalen el papel para el periódico... Antes de la Reforma Agraria existía un magnífico sistema de aguas que esa desgracia llamada Velasco abolió. Por eso ahora se derrocha agua, porque no les cuesta nada, en el desierto costeño para sembrar arroz, una estupidez de campeonato. Y el Estado también los subsidia con costosos y faraónicos reservorios e irrigaciones.
5) Suelen estar superprotegidos de toda competencia externa mediante aranceles, paraaranceles, fitosanitarias y bandas de precios. Privilegios que no tiene el resto de sectores económicos. Esto ahora casi ha desaparecido, porque sería insostenible tanta conchudez con los altísimos precios actuales de los productos agrícolas.
6) Sobran los inútiles. Quien pierde dinero ahora con estos precios actuales en los alimentos debería definitivamente dedicarse a otra cosa.
7) Su nula capacidad societaria y empresarial los mata por persistir con el minifundio. No son en realidad agricultores, sino jardineros: el 90% tiene menos de 10 hectáreas. Con eso no haces dinero, aunque siembres amapola.
8) Amplio masoquismo. Muchos insisten en sembrar papa cada año, pésimo negocio.
9) No suelen ser muy solidarios con sus hermanos. Baste recordar la explotación a la que eran sujetos los llamados “golondrinos”, pobre gente que hacía el trabajo de los cooperativistas por centavos mientras éstos descansaban. ¡Actuaban como gamonales! Ni qué decir de las angurrientas mafias que imperaron por años en las ahora felizmente desaparecidas cooperativas y SAIS.
10) Como el precio de los fertilizantes anda tan alto por culpa del petróleo, ahora pretenden a pedradas y tomas de carreteras que se les subsidie eso. No les basta con no pagar préstamos, agua o impuestos ni usufructuar tierras que no son suyas ni demandar proteccionismo, exoneraciones, fraccionamientos, fondos rotatorios y crédito regalado… Ahora fertilizantes subsidiados… ¿Por qué no exigen putas gratis también? Sólo les falta eso, muchachos. Hagan paro por eso la próxima vez.
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